Cuando vemos el arca del pacto en el cielo, vemos a Dios cumpliendo Su palabra. Prometió escribir Su Ley en los corazones de Su pueblo, y al concluir la historia, el Israel de la fe lleva ahora el arca con ellos a la batalla en el tiempo que se avecina, siendo protegidos en una tierra atribulada.

El arca del pacto comenzó a ser revelada con la proclamación de Dios Padre a través de la erupción volcánica del Hunga Tonga. Luego comenzaron fuertes truenos y relámpagos mientras la voz de Dios retumbaba por la tierra, una línea—una lección—a la vez. Pronto, Dios concluyó Su discurso cuando el arca del pacto fue revelada por completo, y se escuchó el trueno que articuló la hora de la medianoche. Así es el poder recibido del que hemos de ser testigos ante el mundo:

Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:7-8)

A medida que nos acercamos a esa hora, los dolores de parto de la iglesia aumentan en intensidad. Pero como cuando Dios le prometió a Abraham un hijo en su vejez, le dio un tiempo señalado para esperar, cuando el hijo prometido sería dado, así es hoy. Jesús vendrá en el tiempo señalado según Su pacto con Abraham. ¿Se reirán los hijos de Abraham de la imposibilidad, o se volverán a la fe de los padres? Dios envió a “Elías” para que los padres se volvieran a los hijos, dando tiempo para que lo imposible se cumpliera en ellos.

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4:5-6)

Que el Espíritu Santo te lleve a mirar toda la verdad y a discernir la palabra de Dios del lienzo celestial que nos enseña sobre los últimos movimientos rápidos.